IPN: una posible victoria

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Luis Emilio Téllez Conteras

Hace años no veíamos tan cerca una posible victoria de una lucha que se confronta abiertamente contra las políticas neoliberales. En este sentido debemos recordar cómo la experiencia de Atenco, que evitó la construcción del aeropuerto, estuvo precedida de sangre y encarcelamiento y de un nuevo intento de implantar el proyecto a como de lugar.

La sorprendente complacencia y reconocimiento del gobierno ante el movimiento del politécnico, en realidad no lo es tanto, pues tiene el objetivo de mantener en un límite institucional al movimiento, es decir, que no sobrepase las instancias de decisión establecidas dentro del IPN y que se detenga el cuestionamiento del gobierno ante, por un lado, el desprestigio acumulado en la juventud desde el 2012 contra el gobierno priísta y la reciente matanza de estudiantes normalistas. Elementos que ponen en peligro el proyecto del PRI para gobernar otras decenas de años consecutivas el país, y amasar su hegemonía. Busca pues enclavarse con represión y consenso.

¿Está entonces el gobierno dispuesto a cancelar un proyecto educativo expresado en el reglamento interno, y hecho a la medida de su reforma energética? Todo parece indicar que sí. Pero no será gratuito, ante la cada vez más firme posición de los dirigentes del movimiento, la presión y desconfianza de sus asambleas hacia Chong y el abierto posicionamiento hacia el caso de Ayotzinapa, el gobierno preparará su respuesta, preparará su estrategia: la desmovilización, la compra de líderes, la intimidación.

En este sentido el movimiento aunque tiene un gran poder, que le ha obligado a los medios de comunicación a medirse en sus difamaciones y a que el gobierno capitalino desactive sus operativos policíacos y de provocación (sólo en las marchas, pues continua con su hostigamiento en las afueras de las escuelas tomadas), no deben perder las oportunidades que se presentan, los estudiantes deben actuar rápido, deben tener la capacidad de acortar el tiempo de su victoria, respetando por supuesto el proceso democrático de consulta a las asambleas de las escuelas, para poder desarrollar con la mayor potencia posible la lucha por el proceso de democratización interna del IPN al tiempo que se prepara la lucha que sigue: la defensa en todas las universidad de la educación pública, mediante una convocatoria a todos los estudiantes del país.

El tiempo es clave para no dejar a las camarillas de los fieles al priísmo y a Yoloxochitl que reorganicen sus fuerzas. Pues el peligro no son tanto los porros que usan yersi en las movilizaciones, sino los que se introducen al movimiento como alfiles para preparar la división, la confusión y la confrontación, sin debate público alguno, sino con difamaciones y política del miedo.

Es un aspecto positivo lo que el movimiento cada vez retoma con más fuerza: la conciencia de que no son un movimiento aleatorio y aislado, sino que son parte de un ciclo de luchas que combaten la misma política en diferentes frentes, lucha que han dado otras generaciones y en años recientes otras universidades. Desde la huelga de 1999 en la UNAM hasta la luchas recientes del 132 en 2012, de la que IPN no fue ajeno. Todos ellos han luchado por lo mismo, por más democracia dentro de las escuelas y en las universidades, por más derechos para organizarse, opinar y luchar, por que la educación esté enfocada al servicio del pueblo mexicano, a los más desprotegidos, a los trabajadores y campesinos de este país, y no a los intereses de los empresarios nacionales o los negocios de la burguesía trasnacional. La lucha del Poli es la continuación de muchas otras luchas, por eso su victoria es la victoria de todo el pueblo que resiste estas medidas neoliberales.

Debemos hacer lo posible porque triunfe su causa y que pueda ser el punto de inflexión para la entrada en escena de otros actores políticos y sociales que han sufrido la represión, la intransigencia o el desprecio de este régimen.

Lo que pensaban que sería un punto positivo para Osorio Chong y el Gobierno Federal tratando de manipular a los 50 mil estudiantes del Politécnico el pasado martes 30 de septiembre, ahora es, con la claridad política de los estudiantes, una muestra de dignidad del estudiantado ante un gobierno cínico, que podemos calificar sin demagogia de represor y asesino. La evasión de Osorio Chongo de tema de los asesinados de Ayotzinapa es una muestra clara. Por ello con la victoria del IPN la revancha del movimiento social aplastado debe convertirse en un nuevo período de confianza en la lucha de los de abajo.

El intento de “despolitizar” una acción organizada contra lo que fue una acción política por parte del gobierno, es decir, la aprobación de un reglamento a la medida de la reforma energética neoliberal, está fracasando y tiene que fracasar. Tan políticos como los estudiantes de 1968 que con su fuerza se atrevieron a tomar la batuta de una lucha nacional para llamar a más sectores. Hoy se trata de contrarrestar la política de tecnificación, empleos precarios y golpes a la educación pública que en el presente querían aplicar al Politécnico, pero con la reforma educativa se le aplicará a los más vulnerables del sector educativo en el país.

Dentro del movimiento la organización democrática será su fuerza, la discusión a fondo de los temas de relevancia para la lucha será su inteligencia, y la continuidad del combate más allá de las rejas de los campus estudiantiles será una esperanza para millones de personas de que se puede transformar a México desde la raíz y que la organización, la movilización y la lucha decidida, son el camino.

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