Una juventud para la OPT: movilización, intervención y construcción

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Luis Emilio Téllez Contreras

Nos ha tocado la tarea de sacar adelante este proyecto político, la OPT, para garantizar que la clase trabajadora y el pueblo tenga un instrumento político de lucha que los defienda, los ayude a organizarse en todo el país y que enfoque sus energías por derrocar al Régimen e impulsar un proceso revolucionario profundo para acabar con la explotación humana, de la naturaleza y con la opresión a la mujer, los pueblos indígenas y demás grupos excluidos por el capitalismo.

¡Vaya tarea! Es un gran responsabilidad, por ello tenemos que hacerlo con paciencia, constancia y seriedad.

Y aunque tenemos mucho que aprender en este camino, no empezamos de cero.

A quienes nos ha tocado construir el sector estudiantil tenemos que entender varias cosas de la juventud misma, y lo primero a considerar y reconocer es el gran ímpetu que esta tiene, la gran cantidad de energía y decisión que posee para iniciar luchas y mantenerlas por largos lapsos de tiempo. Como la joven generación de 1968 que se movilizó a nivel mundial y que lo hemos vivido ahora nosotros 40 años después con los indignados en España, el 132 en México, los estudiantes en Chile y otra decenas de ejemplos más. Todos ellos parte de nuestra misma generación, harta de la forma en la que funciona este sistema.

Tenemos que saber entender estos movimientos para poder intervenir allí y rescatar lo mejor de ellos. Lo que han comprobado estos movimiento es la capacidad de movilización autónoma que tiene la juventud como sector que en momentos de crisis, de ataques del gobierno y de hartazgo agudo se activa, poniéndose al frente de muchas luchas, como fue el caso de la lucha contra la imposición en nuestro país.

A partir de esto no podemos ver a la juventud simplemente como un apéndice de otros sectores a los que se tienen que subordinar en su dinámica de lucha gremial o a veces hasta su política inmediata; la juventud tiene su propia dinámica y en este sentido necesita sus propias estructuras y tiempos que le permitan que fluya esa energía rebelde, encauzando y ligando su iniciativa a la lucha de los trabajadores y el pueblo.

Así, no podemos rechazar de manera dogmática las experiencias estudiantiles recientes sólo porque no se adaptaban a las formas de organización más permanentes a las que una parte de los izquierda se aferra; debemos entender estos movimientos en su dinamismo, sus demandas específicas y en su organización que, como han mostrado, les ha permitido captar la atención de miles de jóvenes descontentos.

No obstante, la juventud que queremos agrupar desde la OPT es una que esté al lado de los trabajadores. Por ello, uno de los grandes aciertos del SME fue no reproducir el sectarismo de algunas organizaciones políticas y decidió meterse de lleno a apoyar al movimiento 132, movilizándose conjuntamente y participando en sus encuentros nacionales. Ayudando a contrarrestar así los prejuicios antigremiales y elitistas que se arraigan en parte de los estudiantes politizados.

En este contexto, debemos canalizar esta energía revolucionaria de la juventud hacia la causa de los trabajadores y del pueblo oprimido, sin adaptarnos a la dinámica movimentista o espontaneísta que predomina en estas experiencias, tenemos que dar una perspectiva política clara para desarrollar una lucha sistemática, empujando un maduración del movimiento más allá de los momentos coyunturales. La pregunta es ¿cómo lo logramos?

Si el sector estudiantil ha mostrado en ciertos momentos una capacidad de movilización, esa flexibilidad, esa disposición y esa independencia política, (y con el afán de no idealizarlo, debemos también hacer patentes sus limitaciones) no podemos responder a ello, si es que queremos ganarlos a la lucha de los trabajadores, con simples fórmulas de organización local, de reuniones previamente agendadas, de construcción de comités por barrio sólo porque tenemos a un militante allí, etc., porque aunque ello es necesario no responde hoy a las exigencias de lucha de la juventud, necesitamos más que eso, necesitamos una estrategia que no sea mediocre ni que esté guiada por la simple acumulación, sino en la proyección amplia de las aspiraciones presentes de la juventud; entendiendo en este sentido que la juventud de hoy reivindica no sólo escuela y trabajo, sino democracia verdadera, sexualidad libre, esparcimiento emancipador, medios de comunicación libres y democráticos…

Antes de continuar creo que hay que contestar una pregunta: ¿qué significa construir la OPT? ¿simplemente sumar más compañeros a nuestras filas? ¿tener más afiliados jóvenes que asistan ocasionalmente a nuestras reuniones? ¡No! Construir la OPT además de sumar es, por una parte, hacerla visible, que la gente que se moviliza en las calles sepa que la OPT existe; y así, que la comunidad LGBT, las feministas, los ecologistas, los trabajadores de diversos sectores, los campesinos y sobre todo los estudiantes (en nuestro sector) vean nuestras bandera y consignas, su solidaridad y su decisión en la lucha. Por ello, una tarea fundamental para los estudiantes de la OPT es: la MOVILIZACIÓN constante en luchas específicas.

Por otro lado, construir a la OPT es dotarnos de una EXPERIENCIA COMÚN DE LUCHA, de aprender a organizarnos colectivamente en marchas, eventos, iniciativas y campañas. Y, por ello mismo, respetar acuerdos y respetar los espacios de toma de decisiones tomando en serio las estructuras de las que se ha dotado la OPT.

Ya Lenin planteaba que la juventud es un sector “que debe manifestar su iniciativa en todos los terrenos” como una avanzada que permite preparar el terreno para una intervención más decidida. Esta iniciativa debe ser colectiva, por ello se debe evitar la promoción de la DISPERSIÓN y empujar la discusión colectiva, pues sólo unidos podremos avanzar en un mismo camino de experiencias variadas que nos fortalezcan.

La construcción de la OPT es pues mucha más que afiliaciones, tenemos que probarnos en la lucha y la organización.

Entonces, volviendo a la pregunta de cómo construir esa juventud al lado de los trabajadores, teniendo en consideración el carácter de la juventud, me parece necesario considerar igualmente como central, las deficiencias de los estudiantes mismos en particular y la juventud en general, que son básicamente dos. El primero es su carácter transitorio, la juventud está marcada por la etapa de formación para la preparación laboral, la cual tiene un punto límite, es decir, ese potencial juvenil se desarticula generacionalmente a la larga. En segundo lugar, el poder social de los jóvenes es poco, pueden movilizarse mucho sin afectar realmente la continuidad de la vida social, el poder social recae en las clases productivas, los trabajadores en primer lugar.

Considerando estas limitaciones debemos estructurar la construcción de la juventud de la OPT de tal forma que no sea sólo una generación la que se integre a nuestra organización sino que la integración de nuevos compañeros jóvenes garantice que se renueve ciclo tras ciclo a los compañeros que darán las luchas futuras en este sector, por ello es necesario que los compañeros que llegan aún límite de edad o que no tienen sector de intervención estudiantil, dejen el lugar a nuevos compañeros para permitirles desarrollar su propia iniciativa y que aquellos pasen a otras estructuras de la organización (la sindical, urbano-popular, etc) con el objetivo de que estas no se fosilicen, permitiendo a los jóvenes dar sus propias discusiones en sus espacios a partir de la orientación y objetivos de la OPT en su conjunto, ¡los jóvenes no necesitan tutores personales que les digan qué hacer, debemos desarrollar nuestra propia experiencia y podemos aportar a las organizaciones desde ella!

¿Cuáles deben ser entonces ahora nuestras prioridades?

1.- Construir espacios de jóvenes estudiantes que tengan capacidad de movilización y de intervenir en el movimiento. El no participar en los movimientos y marchas con el argumento de que no aporta inmediatamente al crecimiento de la OPT no es más que una posición mezquina que condiciona el apoyo sobreponiendo la autoconstrucción, nefasta práctica de las sectas políticas.

2.- Consolidar una juventud que apoye abiertamente la lucha de los trabajadores y que luche por la construcción de una herramienta política para la transformación social profunda, anticapitalista, feminista y ecosocialista.

En este sentido debemos hacer una síntesis de las reivindicaciones de las dos luchas emblemáticas de los estudiantes en el último cuarto de siglo, una combinación entre las demandas de la lucha de la huelga del 99 en la UNAM y de las movilizaciones del 132. Entre otras:

– Luchar por la defensa de la educación pública y gratuita. Contra la Reforma Educativa. Por la democracia y libertad de organización dentro de cada escuela.

-Ayudar a la creación de un movimiento estudiantil a nivel nacional de lucha.

-Por el derecho a un empleo digno con todas las garantías sociales. Ayudar a la organización de los estudiantes que al mismo tiempo trabajan. Contra la Contrarreforma Laboral.

-Por una democracia desde abajo. La denuncia de que este régimen es una falsa democracia en la que gobierna el Capital.

-La defensa de la libertad de expresión, en las redes sociales y en las escuelas, por ello la lucha contra la censura (algo que ayudó a la explosión del 132) y por la diversificación de medios alternativos. Contra la Reforma en Telecomunicaciones.

-En cada lucha contra alguna reforma, la lucha contra las reformas en su conjunto, en la perspectiva de la radicalización de los movimientos.

-Contra el hostigamiento de la policía a las actividades alternativas de la juventud y su organización; contra la criminalización de los jóvenes en las movilizaciones.

-Sexualidad libre: contra la imposición familiar, social y gubernamental de la orientación sexual de cada joven. Soberanía sobre nuestros cuerpos y sexualización de las luchas en la perspectiva de un cambio radical en las relaciones sociales.

– Por el derecho de las mujeres a decidir, no a la criminalización del aborto, legalización en todo el país.

Estos ejes son parte de los que tenemos que articular dentro de la perspectiva de un proceso revolucionario dirigida al socialismo, que de manera constante nos permita construir una juventud y un estudiantado consciente, combativo y movilizado, a la par que se construye el movimiento social y la resistencia a lo largo y ancho del país.

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